¿Es el vampiro un referente del mal o lo es de la liberación del individuo? ¿Es ese individuo el mismo ser social al que las masas pretenden domesticar o, por contra, una nueva forma de apertura hacia nuevos planteamientos? Porque es ahí donde radica la importancia de esta cuestión: ¿existe voluntariedad de los actos sociales o éstos meramente se circunscriben a argumentos autoimpuestos? ¿Es el vampiro la superación de tales conflictos? Su controvertida figura obedece a diferentes lecturas y reinterpretaciones: desde el ámbito de la Psicología y, por ende, la explicación freudiana del mito; de la Antropología y su aproximación desde teorías procedentes del folclore; o de la Filosofía, que también intenta catalogar ciertos males del espíritu ya desde el siglo XVIII removida por los casos de vampirismo que recorren Silesia y los Países Bálticos, por ejemplo.
Mitjans y Las hijas de Lilith (E. Bornay)
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"Mi investigación actual -comenta Bernia- gira en torno a la representación de la mujer siniestra en la cultura visual contemporánea, debido a que es un tema muy amplio, por lo que, tanto Lilith como la mujer vampiro en general son unos de los personajes principales de mi objeto de estudio. Pero también lo son personajes mitológicos rescatados como Sélene, Hécate, las sirenas, o las brujas". La leyenda medieval sobre Lilith "proviene de un midrash -investigación que tiene por objeto facilitar el estudio de la Torá- del siglo XII, donde se cuenta que la primera mujer de Adán fue Lilith, la cual se rebeló contra él y le abandonó". En su búsqueda por la igualdad, Lilith consideraba ofensivo yacer debajo de su marido durante el acto sexual y, por tanto, inadmisible la idea de ser obligada por la fuerza. "Erika Bornay -prosigue-, en su estudio sobre la imagen femenina como femme fatale, nos explica que Lilith fue posiblemente adquirida o adoptada por los rabinos por necesidad. Es decir, necesitaban de otra figura femenina para no culpar a Eva de todos los males de la humanidad".
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Arpía, de Eduard Munch.
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Xilografía de Lilith. Augsburgo, 1470. |
De aquí van a ir surgiendo nuevos conceptos, esquemas mentales primitivos que progresivamente se estructuran en nuevas creencias sustentadas en la sangre, en lo desconocido y en el Mal que regentan. Reginald Campbell, en The Devils and Evils Spirits of Babylonia (1903), nos remite a "siete fantasmas que atacan los hogares y se ensañan con los hombres, y derraman su sangre, y devoran su carne, y chupan sus venas", además de a una interesante advertencia: "Allí donde prevalezcan las imágenes de los dioses, ellos [los demonios] tiemblan...", lo que nos conduce inevitablemente a la idea que tenemos, en parte gracias al cine, de que los vampiros aborrecen las iglesias y cualquier iconografía religiosa.
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Remedios Varo, Vampiros vegetarianos. |
"La cultura popular y audiovisual actual -señala Bernia- ha recreado a Lilith como reina de los vampiros: así aparece en la cuarta temporada de la serie Supernatural (Eric Kripke, 2005) y en la serie True Blood (Alan Ball, 2008)", pero también como personaje de la literatura contemporánea, con autores como José Saramago y su novela Caín (2009), donde encontramos a una "mujer insaciable, posesiva y sensual, esposa insatisfecha del señor del pueblo, Noah, que elige cada cierto tiempo a algún esclavo para mantener numerosas relaciones sexuales". Transmutada ya en mujer fatal de nuestro tiempo, la elección de Lilith como representación iconográfica del vampiro, "surgió por su propio peso, ya que fue investigando acerca del origen de la mujer vampiro cuando descubrí al personaje de Lilith, allá por el año 2009, y cuando apenas había nada relacionado con ella ni en internet, ni en los medios académicos, ni en los más populares".
Si quieres consultar la segunda parte de la entrevista, continúa leyendo.
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© Del texto y traducciones, Fuera de Contexto, 2016.
© Javier Prieto es periodista y criminólogo.