11/11/16

Necrológica: Francisco Nieva

En el teatro de Nieva, no podía faltar el vampiro.
Ayer fallecía, a los 91 años, el dramaturgo, escenógrafo y director de escena Francisco Nieva. Definió su teatro como “vida alucinada, jubiloso furor sin tregua”, y así lo recoge El País en su artículo dedicado a este ciudadrealeño. La obra de Nieva "nace con voluntad transgresora y alegórica, con el choque de la religión y el sexo como uno de sus ejes, y se caracteriza por un lenguaje muy rico, repleto de imágenes sorprendentes, en el que combina con gran brillantez las improntas del barroco, el romanticismo y la vanguardia, tamizadas por un humor grotesco y esperpéntico".

El 28 de mayo de 1993, estrena Nosferatu en la madrileña Sala Olimpia (actual Teatro Valle-Inclán y segunda sede del Centro Dramático Nacional, donde cuenta con su propia sala en una disposición tradicional a la italiana). Aquelarre y Noche Roja de Nosferatu (1961), germen de la historia, solamente había sido representada por pequeños grupos de teatro independiente, para ser reconocida treinta y dos años después por la crítica y el público asistente. Esta reópera "no deja de ser una obra innovadora y sorprendente y apunta una estética teatral que, como casi todas las de Nieva, rompe con lo establecido y provoca la admiración de los espectadores. [...]. La estética del cine mudo alemán inspira el escenario, especialmente el film de Murnau, La reina Kelly, de Ströheim, o La calle sin alegría, de Pabst.

Nancho Novo caracterizado como Nosferatu (Foto: Chicho).
El tema central de la obra ofrece una visión apocalíptica: el final de un mundo organizado y burgués, que ha provocado la Primera Guerra Mundial, sustituido por el deseo, el sueño y el afán constantes para romper con lo establecido. En palabras del autor, “Nosferatu toma como pie ambiental la vida, la literatura, el teatro y la historia centroeuropea de entreguerras, trufado de opereta y con la fundamental presencia del cine, que en esos tiempos cobraba tanta fuerza de sugestión sobre los públicos […]. Y no sólo eso, sino la pintura de los expresionistas, el cubismo, el art decó, la música de Stravinsky, la de Kurt Weill, etc. Se trata de una evolución doliente, melancólica o enfática del primer cuarto del siglo XX”. La Viena de los años cincuenta es un excelente marco para que surja casi inconscientemente todo el complejo mundo de afanes, sueños y fantasmas que pueblan Nosferatu. Tras un ruido de campanas y cadenas aparece en escena el Aprendiz, cargado con el ataúd de Nosferatu. El Aprendiz también lamenta su suerte mientras se yergue la figura cadavérica del vampiro para anunciar el comienzo de la tentación que pretende expandir por todo el orbe. Prostitutas, verduleras, militares e incluso una reina completan el plantel de arquetipos con sus anhelos de amor, tendencias suicidas o autoridad fingida e ignorada. "La llegada de la reina Kelly, acompañada por el coro del Madrigal, calma los ánimos. Sorprendentemente, se ofrece para ser mordida por Nosferatu y así formar parte de los poseedores de la desesperación trascendente ante el asombro del Madrigal y del Gran Marcial. Todos los demás la aclaman como a una de los suyos. El puro mal -dice el vampiro- te levanta como nos levanta a todos por encima de la miseria".

Montaje de Ernesto Caballero en 2012 (Foto: J.L. Raymond)
Según se desprende de algunas de las acotaciones del texto teatral, "Nosferatu coincidió a su modo con el teatro coral al estilo del Living Theater o del Bread and Puppet, y con otras empresas que entonces se formaban en la sombra, como el teatro de Kantor. La comedia aristofanesca tiñe más ostensiblemente una obra dirigida a un lector específicamente europeo. En general, Nosferatu se presenta como una fiesta ritual: a pesar de sus apariencias, subyace un fondo de gravedad; existe como un distanciamiento mítico entre los actores y el público. Todos los personajes son emblemáticos de algo, como en la propia tragedia clásica". El escenario, bajo la dirección de Guillermo Heras, consistía "en la reproducción de un viejo cine art-decó muy degradado, pero susceptible de transformarse en otros muchos ámbitos. Cada frase o versículo es como un pozo reflexivo y crítico de muy complejos fenómenos vivenciales, concentrado por la voluntad de hacer un poema recitable escénicamente, aunque no rimado".

Posteriormente, la obra volvería a ser llevada a las tablas de la mano de Ernesto Caballero y Ana Sala en uno de los talleres de interpretación textual organizado por la Real Escuela Superior de Arte Dramático.



© Fuera de Contexto, 2016.
© Libros del Innombrable, 2000.
© www.francisconieva.com




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