17/3/16

“Mi propuesta tiene que ver más con el aspecto psicológico” (I)

María Ibáñez, durante una de sus intervenciones.
María Ibáñez es una joven doctoranda que actualmente desarrolla su tesis doctoral entre dos universidades de Madrid, la Complutense y la Autónoma. La citamos en una conocida cafetería madrileña para hablar de la serie Penny Dreadful, a pesar de que, según nos confesaba, su trabajo de investigación poco o nada tiene que ver con la figura del vampiro sino, en este caso, con los "aspectos intermediales de la serie, temática y estructura", y el interés por "la literatura fantástica y de terror, la cultura popular y el estudio del cómic".

Entre sus fobias, se encuentra "Freud y toda la teoría del psicoanálisis" y, paradójicamente, las películas de terror: "El terror que refleja Penny Dreadful -nos dice- es todo imagen; no ha llegado al extremo del terror psicológico capaz de llegar a asustarme". También E.T.A. Hoffman ha sido motivo de consulta para su investigación sobre “lo abyecto del sistema” y “lo siniestro en la novela gráfica contemporánea [...] aunque quizá ahora no lo encuentro tan tedioso”. Entre sus filias, figuran Edgar Allan Poe y la intermedialidad narrativa, como así lo demuestran sus trabajos sobre el norteamericano Bill Willingham, "Transmedia Storytelling: recontextualización en los cuentos de hadas" o "El juego de la hibridación en Fables". En su análisis, encontramos antagonismos como el del “héroe/anti-héroe en los cómics que se escribieron en la época", a quienes “se atribuyeron características que realmente no poseen", con especial énfasis en The Sandman, del escritor Neil Gaiman, y a los aspectos psicológicos de este nuevo formato de publicación.

Las sesiones de espiritismo, frecuentes en el Londres victoriano.
Se establece así un puente entre la aparición del vampiro y, por ende, su inclusión en la literatura gótica, y el concepto de dualidad subyacente tanto en Drácula de Bram Stoker como en la serie de John Logan. “Penny Dreadful posee un variado universo construido en torno al concepto de alteridad [...]; el personaje de Vanessa Ives refleja la sociedad victoriana desde dentro y desde fuera: es la dama victoriana que lucha permanentemente contra ese demonio interior para, por así decirlo, mantener su propia identidad [...]. El divided self no solo aparece en el personaje interpretado por Eva Green, sino también en el del francotirador: a pesar de que la leyenda del hombre lobo es tan notoria como la del vampiro, esta monstruosidad parece haber sido dejada de lado a favor de su pariente antropomórfico", lo cual nos sirve para relacionar la dicotomía héroe-villano y lady victoriana-mujer liberal con los planteamientos de la archiconocida novela referidos a Mina Harker y Lucy Westenra, por ejemplo, y que Penny Dreadful, en nuestra opinión, sintetiza en un solo ego que se verá perturbado por la irracionalidad religiosa y por el fenómeno de la posesión. Estos paralelismos nos acercan, además, a la estructura del cuento propuesta por el ruso Vladimir Propp y a las teorías del crítico literario Tzvetan Todorov, quien sugiere que "las historias comienzan con un equilibro o status quo en el que cualquier fuerza potencialmente opuesta se mantiene estable. Ello se ve interrumpido por alguna clase de evento que, a su vez, inicia una nueva serie de eventos en cadena. Los problemas se resuelven para que, de esta forma, el orden pueda verse restablecido en el mundo de la ficción".

Interesante ensayo sobre el vampiro.
Fabio Giovannini, en su ensayo I libro di vampiri: dal mito di Dracula alla presenza quotidiana, describe al héroe que mata al vampiro como "un estudioso de rasgos ascéticos que también puede identificarse con un elemento de la copia o el doble -también en plural- siempre y cuando esté iluminado por un tercero. La prueba ‘proppiana’ a la que está sometido el héroe se mantiene para el cazador de vampiros […] Como ha señalado Propp, a los muertos que siguen existiendo se les adjudicaba dos instintos poderosos: el hambre y el apetito sexual. La muerte no sólo arrebata, sino que devora. Como el vampiro y el dragón de cuentos, también el muerto a menudo se enamora de las Bellas vivientes, y las quiere desposar. O devorar. El vampiro une todas estas cualidades y sacia el hambre en una manifestación erótica como el mordisco, variante habitual del beso. En su primera vida como en la segunda el vampiro sigue siendo maligno. […] Estos muertos ambulantes pueden manifestarse como espíritus, que se mueven y entran en los cuerpos de los vivos. La posesión anticipa la succión de sangre de los vampiros del XVIII y está presente en las culturas primitivas como las del Medievo: serán las brujas las principales acusadas por este delito imaginario [...]. El vampirismo es la forma más moderna de la posesión: aparece, pues, como el dibbuk moderno. Si el dibbuk de la tradición judía y de los relatos de Isaac Singer es el alma de un pecador difunto que entra en el cuerpo de un vivo y lo habita, el vampiro invade la conciencia, la moral, la razón. En su lugar pone lo inconsciente, el instinto y la irracionalidad”.

Dorian Grey y la manifestación del doble.
Por último, también departimos sobre los arquetipos y su influencia en el imaginario colectivo a través de formatos como el cómic, la literatura o el cine: qué sucede cuando carecemos de esa manifestación primaria de la realidad, soluciones y creación de personajes secundarios, algo de lo que María Ibáñez ha dejado constancia en trabajos como "Because I'm smart and lovely and clearly the leading lady of this particular tale" (Congreso Internacional 'Myths in Crisis. The Crisis of the Myth'), en alusión a "esa readaptación o recontextualización necesaria para su comprensión posterior". Según un trabajo de Elena Galán sobre la influencia de la mitología en los argumentos cinematográficos, “las historias y los argumentos son siempre los mismos. Lo que diferencia claramente una historia de otra son los personajes. Unos personajes bien definidos, creíbles, humanos, son la base a partir de la cual se puede construir un buen guión [...] Vladimir Propp, en su Morfología del cuento, ya estableció la figura de un personaje auxiliar (en este caso un personaje femenino, Medea) que ayuda al héroe a cumplir su misión". Este aspecto "será retomado por el cine, que incluirá en el género de aventuras y en otros géneros como la ciencia-ficción, la presencia de un ayudante de sexo femenino”.

“La dualidad -prosigue-, sin duda una de las bases de nuestra cultura, ha dado lugar a personajes como Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, Drácula y el hombre invisible, entre otros". También el autor francés G. Lecouteux, en su obra Hadas, brujas y hombres lobo en la Edad Media ha documentado en textos literarios y tradicionales la historia del doble, así como “la vinculación de figuras como las hadas, brujas, fantasmas u hombres lobos a una concepción del alma que hunde sus raíces en el chamanismo y en las creencias griegas más antiguas. Para éstas, hay una dualidad entre el cuerpo, el yo visible, y un yo invisible que adopta distintas formas y nombres: doble, sombra, imagen o réplica, aire -pneuma- pero que puede externalizarse del cuerpo y “viajar”, y que se manifiesta plenamente en estados como el sueño o el trance”. En cuanto al trasfondo psicológico, Roderick et alt. enlazan su trabajo con las treinta y un situaciones dramáticas y los siete tipos de personajes de Propp en un interesante libro que lleva por título A companion to the Fairy Tale, cuyas tesis pueden consultarse en la segunda parte de esta entrevista



© Del texto y traducciones, Fuera de Contexto.
© Todorov, T.: The Fantastic: A Structural Approach to the Fantastic, 1975.
© Giovannini, F.: I libro di vampiri: dal mito di Dracula alla presenza quotidiana, 1985.
© Lecouteux, G.: Hadas, brujas y hombres lobo en la Edad Media, 1999.
© Galán Fajardo, E.: La influencia de la mitología en los argumentos cinematográficos, 2003.
© Roderick, H. et alt.: A companion to the Fairy Tale, 2003.
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