10/4/12

The Reflecting Skin

La piel que brilla (The Reflecting Skin, 1990) es la ópera prima del inglés Philip Ridley, y cuenta la historia de un joven Seth Dove en el Idaho de los años '50. A buen seguro que el film no dejará indiferente a nadie, empezando por el nombre del protagonista, un chiquillo de unos diez años obsesionado con la existencia de los vampiros, que fija su atención en una mujer llamada Dolphin Blue. Tras el suicidio de su padre, el hermano de Seth regresa del ejército para entablar una relación con la enigmática Dolphin, lo que acentúa la idea de un peligro oculto, lascivo y grotesco, que acecha poco a poco a la frágil moralidad de una población predominantemente rural y un entorno implacable.


La película entreteje conceptos como el vampirismo y la religión, a través de las fantasías pre-adolescentes de un grupo de muchachos y de su personaje principal, la presencia de una madre inestable que aprueba implícitamente el abuso sexual o la sutileza en la narración de unos hechos que se nos presentan de puertas para afuera, meros espectadores del oscuro secreto que se cierne sobre las granjas y los campos de trigo de un Idaho idealizado, bañado por el sol y testigo mudo de secretos inconfesables. Así, el pequeño Seth deberá enfrentarse a una familia disfuncional, a un asesino de niños que anda suelto en los pueblos vecinos y por cuyos delitos será acusado el padre, con trágicas consecuencias, e incluso a la necrofilia.

El año de su estreno, La piel que brilla obtuvo varios galardones, entre ellos, el Leopardo de Plata en el Festival Internacional de Cine de Locarno, el premio a la mejor actriz y a la mejor cinematografía para Lindsay Duncan y Dick Pope, respectivamente, o el Fipresci, que otorga la Federación Internacional de Críticos de Cine.