© Cristina Fernández Ostos. |
Una vez al mes, sus integrantes se reúnen para comentar diferentes propuestas literarias: en esta ocasión -y ya es la segunda- una novela gótica conocida por sus adaptaciones cinematográficas y por haber celebrado su 120º cumpleaños en 2017. "El escenario cambia completamente -señala Javier-, pasamos de una sala polivalente de dimensiones reducidas a un salón de actos con capacidad para unas noventa personas".
El periodista, quien también tuvo el año pasado la oportunidad de compartir con los miembros del club sus impresiones sobre Frankenstein, de Mary Shelley, realizó un recorrido desde los orígenes del vampirismo hasta las últimas publicaciones en torno al borrador perdido de Drácula, pasando por la extensa producción literaria del siglo XIX, con la influencia de obras como El vampiro, de Polidori, o Carmilla, de Sheridan Le Fanu, y las diversas interpretaciones a las que se ha visto sometida la obra del escritor de Clontarf.
© Bibliotecas Municipales de Pinto. |
Javier Prieto, que además posee formación en Criminalística y Ciencias Forenses, planteó el temor de la sociedad victoriana a volverse loca y al estigma de enfermedades como la sífilis, muy en boga durante el siglo XVIII, pero sobre todo en el XIX. "La llegada de Drácula a Inglaterra hace temblar los cimientos de la férrea mentalidad victoriana: la tormenta es también sinónimo de una especie de catarsis que van a experimentar los internos del Dr. Seward y a percibir los animales del zoológico. Es esa locura a la que algunos llegan con la excitación sexual y el orgasmo".
Algunos investigadores sugieren que, para entender la
novela, hay que partir de su credibilidad como una historia real. En 1901, se
publica una edición de bolsillo, lo que
supuso una omisión de unas cien páginas, aproximadamente, “con objeto de mejorar la imagen
de algunos personajes y actores de la narración”,
pero tampoco hay pruebas concluyentes sobre la intencionalidad de este texto abreviado ni sobre sus equivalencias en el mundo real. Stoker nos da a entender que no ha manipulado el
texto, pero sabemos que Mina transcribe una versión interesada del mismo a manos de
Harker. O tal vez del propio Drácula, quien, en la ficción, quema todas las notas manuscritas
junto con los cilindros del fonógrafo para que no quede constancia de sus verdaderos intereses en Londres.
Elementos clásicos para aniquilar al vampiro. |
De cualquier manera, estas imprecisiones, inconsistencias y alteraciones del manuscrito original no han impedido que la novela de
Bram Stoker se haya convertido en todo un referente de la literatura en los
albores del siglo XX contribuyendo a generar en la cultura de masas una iconografía
sin igual que perdura y perdurará inmortal como el vampiro por los siglos
venideros.
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