20/2/16

Buon viaggio, professore


Nos ha dejado Umberto Eco. Y esta entrada va dedicada al intelectual y filósofo italiano que, como no podía ser menos, también disertó sobre el vampiro y sirvió de base a investigaciones posteriores. Loreto Gómez, de la Universidad de Granada, señalaba en Vampirismo: Drácula y la Lógica Cinematográfica que "Umberto Eco liga estrechamente el concepto de metáfora epistemológica a una forma de conocer y comprender en una época determinada [...] para proponer la figura del vampiro como una suerte de metáfora que explica cómo funciona todo un género artístico: el cine. [...] En otros términos, el fenómeno vampírico puede ser visto como una metáfora epistemológica del cinematográfico y que, a su vez, el cine mismo se reapropia y explota, haciendo de la figura vampírica una de sus más relevantes tradiciones". Siguiendo los planteamientos del profesor a partir de su Opera Aperta (1962), continúa afirmando que "el vampiro ejerce, de forma paradigmática, su función de metáfora epistemológica de todo un modelo cinematográfico que tradicionalmente cosifica el ente femenino para el placer de una mirada masculina [...] la sensibilidad cinéfila encuentra una suerte de transitividad y continuidad reflexivamente muy productiva en la relación que el fenómeno fílmico y el vampirismo mantienen".

La obra abierta del maestro Eco
De este modo, podemos considerar al vampiro "como un producto sígnico, susceptible de la libre interpretación del espectador". En La struttura assente (1968), el mito aparece como un elemento más de la obra artística y como significante que adquiere un significado al asociarse al contexto. Así, funcionan como un lenguaje encargado de comunicar al espectador una determinada visión del mundo. En cualquier adaptación de Drácula, la simbología del color rojo representado por la sangre "comunican pasión, vida, poder"; la noche muestra "el halo de maldad y de furia que rodea al conde y lo protege; los nuevos avances técnicos refuerzan la dicotomía entre la modenidad y las pasiones más primitivas; los elementos religiosos nos ofrecen una alegoría de la historia donde prima la contraposición de Dios (el Bien) contra el Diablo (el Mal). En Trattato di Semiotica Generale (1975), Eco mantiene que el signo tendrá un "comportamiento dinámico", es decir, nuestro concepto del vampiro ha evolucionado a lo largo del tiempo: "la idea del vampiro aparece como la fusión de varios códigos, con la estética del Romanticismo como uno de ellos". La alta cultura de la que nos habla pone de manifiesto el contraste entre la significación del mito desde su plasmación literaria hasta el imaginario colectivo.

Apocalittici e integrati (1964) también está plagado de referencias a Dreyer y el film Vampyr para hablar sobre "el gusto por el horror y su consumo en la complejidad colectiva de la sala cinematográfica [...] una sociedad habitada por vampiros y médicos locos" y una crítica a las publicaciones norteamericanas, que siempre sitúan "la zona de los vampiros en Transilvania, inexplicable limitación, porque el territorio válido se extiende también al oeste de los Cárpatos e interesa asimismo Bohemia y Moravia, y no raramente Estiria y Carintia, por lo menos según la mejor tradición ochocentista". José Enrique Navarro sostiene que, en Fantomas contra los vampiros multinacionales (1975), "las decisiones narrativas y editoriales de Julio Cortázar seguían las tesis de Umberto Eco de que la cultura de masas, al abolir la tradicional relación entre niveles socioeconómicos y formas diferenciadas de consumo cultural, consagra un espacio que facilita el acceso de las masas obreras a los bienes culturales", en la línea de diversas teorías que hacen confluir al marxismo, capitalismo o nazismo con un tipo de vampirismo del mismo corte.

La estructura ausente
Il nome della rosa (1984), que lo encumbraría como escritor más accesible al gran público, sirve de base para las consideraciones de Matthew Pateman en su ensayo The aesthetics of culture in Buffy, the vampire slayer (2006) cuando dice que "en lo que concierne a la inversión del famoso reproche de Umberto Eco hacia aquéllos que encontraron la introducción de su famosa novela demasiado complicada, y a quienes respondió que solamente aquéllos dispuestos a superar esa dificultad inicial serían bienvenidos como compañeros de viaje en la travesía de Adso y William, Buffy demuestra un abrazo descarado hacia lo popular bajo demanda de que esto sea aceptado incluso antes de que el espectador se embarque en su aventura". Cuando la técnica narrativa facilita un vocabulario suficiente para el drama televisivo, "por ejemplo, en I limiti dell'interpretazione, dichos argumentos son, sin embargo, completamente inútiles para la forma en que Buffy funciona [...] citando a Eco: "una serie trabaja con una situación fija y con un número restringido de personajes esenciales, alrededor de los que los personajes secundarios dan la impresión de que la nueva historia es diferente de la precedente, mientras que, en realidad, el esquema narrativo no cambia".

Este "vampiro de las ideas", capaz de "generar monstruos de la razón", qué duda cabe, y figura clave en el pensamiento intelectual de nuestro siglo, fallecía en su casa de Milán el pasado viernes 19 de febrero. Descanse en paz.


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© Del texto y traducciones: Fuera de Contexto.
© Gómez, L. en Revista Signa 23. UNED, 2014.
© Navarro, J. en "Adversidades transatlánticas: vida editorial de Fantomas contra los vampiros multinacionales". Universidad de Texas, 2012.