23/10/13

El Diablo existe

J.A. Fortea, durante su intervención.
Así de contundente se mostraba ayer tarde el sacerdote y teólogo José Antonio Fortea, durante el encuentro organizado por Ventana Oscura dentro de las actividades programadas por la V Semana Gótica de Madrid. Bajo el título "El exorcismo en el cine: mitos y realidades", la conferencia se presentaba tímidamente interesante, dado que las elocuciones del padre no siempre discurren por el camino trazado -algo, por otra parte, legítimo pero incoherente, si bien su especialidad es la demonología-, y porque en este caso él mismo eludió relacionar posesión demoníaca y cine, con el pretexto de que sus predecesores en la anterior mesa redonda ya habrían dado cuenta de tan intrincada temática. Error y desinformación por su parte, pues "La oscuridad en el cine de Luis Buñuel", que con tanta maestría fue llevada de la mano de Roman Gubern, no tuvo, ni por asomo, visos de conjuro contra el espíritu maligno en el celuloide del director calandino.

Se habló de los paralelismos existentes entre Cielo e Infierno, de esas manifestaciones "de lo de arriba -estigmas, milagros, apariciones marianas- y de lo de abajo -posesiones-" y de toda una serie de "hechos extraordinarios de carácter demoníaco" que merecen, a su juicio, ser estudiados en profundidad ante el escepticismo de la propia Iglesia. "Si existe un Ser infinito -continúa Fortea-, nos está enviando de alguna manera señales para llegar hasta Él, tanto por la vía del Bien como por la del Mal [...]. El lado oscuro no es más que la forma utilizada por Dios para que los demás crean". Pero ese lado oscuro también es tentador y muchos otros miembros de la jerarquía eclesiástica se han acercado a él con consecuencias funestas: pederastia, corrupción, avaricia, y posicionamientos políticos de diverso signo -de un único signo, diríamos-. "Cuando uno abre la puerta a esas entidades, puede ocurrir el fenómeno de la posesión", añade, "que se da incluso en ateos y en gente de cualquier condición socio-cultural y económica". 

El exorcismo "inverso" del vampiro Jan Valek.
Esa perversidad lleva al Cardenal Alba, en la ficción (Vampires, de John Carpenter), a pactar con el Diablo. Porque el vampirismo puede ser considerado, igualmente, una forma de posesión demoníaca a cambio de la vida eterna, tan promovida por los presbíteros ("La inmortalidad te vuelve cínico", en palabras del personaje). Jan Valek, nacido en Praga en 1311, "era un sacerdote que se volvió contra la Iglesia: fue capturado, procesado por herejía y quemado en la hoguera, pero después de su muerte se rumoreó que le habían visto de noche, que mataba a los vivos para beberse su sangre. Abrieron su tumba y la encontraron vacía. Es el primer caso conocido de vampirismo [...] Un cura -dice Alba-". Hecha la salvedad de que no existe documentación oficial referente al fenómeno del vampirismo hasta el siglo XVIII y de que el abate Calmet consideraría aventurado hablar de un vampiro cuatrocientos años antes, lo que nos interesa de esta cinta es el hecho de que Valek fuese víctima de un exorcismo en su condición humana, y de una reconstrucción de aquél en su vetusto estado sobrenatural: "Tras el juicio, la Iglesia declaró que estaba poseído por el demonio. Le llevaron a una aldea del sur de Francia llamada Bérziers [...]. Se le practicó un exorcismo usando una antigua forma prohibida de la ceremonia. Fue larga y brutal. Pero algo salió mal... Los informes son confusos pero hablan de un exorcismo inverso. El cuerpo se destruye, el alma permanece poseída. Aquel exorcismo transformó a Valek en una criatura cuyo cuerpo está muerto aunque él siga vivo: un vampiro".

Ello no impide, sin embargo, que nuestras conclusiones se centren en el papel de la Iglesia Católica con respecto al vampiro -entidad diabólica donde las haya- y el exorcismo como fórmula para encauzar de nuevo a la oveja descarriada. Esa conexión entre el vampiro y la religión, no como arma de fe utilizada por el cazavampiros en su lucha contra el Mal, sino como crítica feroz a los cimientos de una institución moribunda, ya ha podido observarse en películas como Dracula 2001 (Patrick Lussier, 2000), donde el mismísimo señor de las tinieblas no es otro que Judas Iscariote). La Cruz Negra, o Cruz de Bérziers, jugaría un papel esencial en la conversión de Jan Valek durante el exorcismo original, pero también en su finalización, lo que conduciría a un anhelo deseado por el no-muerto: caminar bajo la luz del Sol (algo que, por otra parte, queda refutado en la novela de Bram Stoker, al quedar mermados los poderes del Conde durante el día, pero no su condición de inmortal). Completar el ritual, le convertiría supuestamente en valedor de tal privilegio, así como en un ser indestructible. 

Fortea: "Hay que tener mucho cuidado con el lado oscuro".
Teniendo en cuenta que el Cardenal Alba traiciona al Vaticano y participa activamente en la nueva transformación del vampiro, o los vergonzantes escándalos que rodean a la institución más allá de las pantallas cinematográficas, cabe replantearse el concepto de exorcismo en todas sus variantes. El padre Fortea concluyó su escueta disertación con un mensaje positivo de paz en la senda del buen cristiano. "En la Biblia no hay contradicciones", señaló categóricamente. Pero su discurso demuestra lo contrario cuando arremete contra los enemigos del Cristianismo, o hace alusión a esos "ateos comunistas que sólo se aferran al átomo" -nido de presuntos detractores de la doctrina católica-, o a esos mismos demonios "que fueron testigos de la muerte y resurrección de Jesucristo, y trataron de impedir a toda costa la implantación de aquél", que siguen siendo, no obstante, signo inequívoco de la existencia de Dios. 

Su intervención, pues, fue decepcionante para lo que cabría esperar de un experto teólogo en cuestiones tan laberínticas como los seis demonios que, presuntamente, habían poseído a Emily Rose en el film de Scott Derrickson -entre ellos, Belial, Legión o Lucifer-, la recreación de un exorcismo "real" en El Exorcista (William Friedkin, 1973), o las experiencias sobrenaturales de un exorcista en prácticas (The Rite, 2011), películas que fueron mencionadas durante el turno de preguntas, pero apenas rebatidas por el padre Fortea. La esencia del Mal, ¿está en la Iglesia misma?. Suponemos que, como ésta, muchas otras preguntas quedaron en el aire. Así, ¿hasta qué punto es importante el poder de sugestión para la curación de un poseído, o por qué la Iglesia se convierte en la única entidad con poder absoluto para expulsar a los demonios? ¿Qué pasa con el chamanismo o con cualquier otra cuestión relacionada con la espiritualidad?  La posesión, ¿es solamente del cuerpo -a tenor de las manifestaciones físicas-, o del alma, o de ambos? ¿Puede un alma ser poseída fuera del cuerpo pero manifestarse la posesión dentro de él? ¿Puede un alma sin cuerpo físico -un difunto, por ejemplo- ser poseída? Parece que, a fin de cuentas, la Iglesia Católica se cree en "posesión" de la verdad absoluta, de la única verdad.

© Del texto y traducciones, Fuera de Contexto - Darryl Clark (SoundDub)